
En mi casa hay una foto de un día especial que nunca olvidaré.
Fue tomada en el verano de 1996, cuando el Real Madrid apenas me había fichado del Inter de Milán. Hasta ese día, nunca antes había estado en Madrid. Cuando aterricé en el aeropuerto, no fui directamente a conocer el lugar donde viviría. Ni tampoco fui al Santiago Bernabéu, el estadio más majestuoso de Europa.
No. Fui con alguna gente de un periódico español a Plaza de Cibeles.
Roberto Carlos solo había visto fotos de Cibeles, pero sabía que era un lugar especial. En el centro de la plaza hay una fuente con una estatua de mármol de la diosa Cibeles. Muy cerca hay edificios colosales, como el del Banco de España y el Palacio Cibeles. La rotonda puede llevarte al corazón del centro de la ciudad, al Parque del Retiro, al Museo del Prado y también hasta el Paseo de la Castellana, donde encontrarás el Bernabéu. Para cualquiera en Madrid, Cibeles es uno de los lugares más icónicos.
Pero para los fanáticos del fútbol, conlleva un significado extra. Cibeles es el lugar donde el Real Madrid (y también la Selección española) se reúne para celebrar sus títulos.
