En el fragor de un partido el 3 de marzo de 2018, Juan José Marín, el aguerrido jugador de Minotauros de Bogotá, sufrió una fractura de cráneo que amenazó con truncar su carrera y dejar secuelas permanentes. La lesión, que afectó el lóbulo frontal de su cerebro, lo obligó a someterse a una cirugía de alto riesgo, donde las probabilidades de salir adelante eran inciertas.
"Despídete de tu familia, porque existe la posibilidad de que las cosas no salgan bien", fueron las palabras del médico antes de la intervención, un momento que Marín describió, en exclusiva a La 10Co, como uno de los más difíciles de su vida. La operación dejó como resultado una placa de acero quirúrgico en su cabeza y una cicatriz de más de 68 puntos, marcas imborrables de la batalla que libró.
A pesar de la gravedad de la lesión y las secuelas, Marín no se rindió. Con el tiempo, aprendió a ver su cicatriz como una "sonrisa" que le recordaba su pasión por el rugby. La experiencia lo transformó, fortaleciendo su espíritu y su determinación.
El legado del Minotauro: más allá de los tries y las victorias
Juan José Marín, o simplemente "Marín" como se le conoce en el mundo del rugby, es sinónimo de resiliencia y amor por el deporte. Su historia con los Minotauros comenzó en su adolescencia, cuando buscaba un lugar donde desarrollar su pasión. En el club encontró mentores como 'Tucho' Castro, Joe Posada, Sebastián Hernández "El Paisa" y Erika Poveda, una familia que lo ayudó a crecer como jugador y como persona.
Su debut en la Liga de Rugby de Bogotá (LRB) a los 14 años marcó el inicio de una carrera llena de retos y satisfacciones. La derrota en la final contra Carneros en su primer torneo le enseñó la importancia de la humildad y el respeto al rival, lecciones que lo acompañaron a lo largo de su trayectoria.
Años después tuvo la revancha, un partido inolvidable: La victoria contra Duendes en Copa Medellín, un duelo que recuerda con especial emoción. A sus 16 años y con pocos jugadores de recambio y frente a un rival considerado favorito, lograron una triunfo épico que dejó una huella imborrable en la memoria de Marín. Así lo relató: "Fue un partido durísimo, pero lo dimos todo y ganamos 10-5. La última jugada fue un scrum a 5 metros de nuestro in-goal. No habíamos ganado ni un solo scrum en todo el partido. Yo estaba de pilar 3, y Tucho, en pilar 1, me dijo antes de entrar: "Acá es donde se muestra el carácter, culicagado".
Con temple, los delanteros recuperamos el balón, sellando la victoria y dejando a todo Medellín en silencio".
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