Crédito. Rigoberto Urán en Twitter @UranRigoberto Y al fin de cuentas, Rigoberto Urán supo barajar las cartas del destino a su favor. Con la maillot rosa del EF Pro Cycling a cuestas y camino a la cumbre del olimpo de la UCI, el ciclista colombiano guarda en el cajón de los recuerdos la historia que marcó en dos su camino de vida: la pérdida de su padre cuando tenía 14 años.
De hierro, algo desvalijada y con matices escarlatas, este era el semblante de la primera bicicleta que Rigo tuvo en sus manos. Un regalo de padre a hijo que tenía como fin compartir la pasión por el ciclismo, a pesar que en su juventud no tenía conexión alguna con el mundo sobre dos ruedas.
El 'maestro' del ciclista antioqueño entrenaba para mantenerse en forma, mientras él lo hacía por ver feliz a su papá. Las lomas y cuestas del suroeste antioqueño eran los caminos predilectos durantes los fines de semana. Recorrían las tierras de Urrao, Betalia y Concordia.
Sin darse cuenta, el destino comenzaba a formar la casta de un ciclista campeón. De a poco la esencia de Don Rigoberto de Jesús Urán fue dejando huellas en el joven dicharachero y con ganas de triunfar en la vida. Porque así era la adoración de la familia Urán.
El temple de Rigo se puso a prueba en agosto de 2001 cuando la violencia en Colombia le arrebató a su guía y maestro: su padre perdió la vida en medio de un conflicto que hoy día no detiene su marcha. Los paramilitares le arrebataron los sueños de caminar juntos en el Olimpo del ciclismo.
La cicla que tantas alegrías le trajó Rigoberto Urán quedó en el olvido por un tiempo. Mientras tanto, su objetivo fue mantener a flote a su familia (Aracelly -su mamá- y Martha -su hermanita) con la venta de chance y lotería, uno de las enseñanzas que le dejó su padre.
La historia consiguiente marca el despertar de Rigo y los hilos del destino que lo reencontraron con su 'amiga' de dos ruedas y lo llevaron a pedalear los sueños de Don Rigoberto en el viejo continente.
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