
Digno de ocupar un lugar en cualquier conversación sobre los mejores goles de la Copa Mundial de la FIFA™, el esfuerzo celestial del equipo argentino contra Serbia y Montenegro en 2006 se erige como un monumento a las cualidades de la paciencia y la movilidad y la delicadeza.
Esteban Cambiasso se encargó de derrotar finalmente al impotente guardameta Dragoslav Jevric, que no podía imaginar que se enfrentaría de forma inminente a un disparo sobre su portería cuando Maxi Rodríguez le robó la posesión a Mateja Kezman en territorio argentino.

Para cuando Cambiasso recogió un hábil taconazo de vuelta de Hernán Crespo, Argentina había hilvanado 25 pases, y el centrocampista estaba obligado a introducir un pasaje de juego fascinante en el folclore de la Copa Mundial. "El gol más bonito", bautizó Crespo, el delantero argentino, el esfuerzo de su equipo.
José Pekerman predicaba un estilo basado en la posesión sin prisas. Igualmente, los jugadores de Pekerman se confirmaron como conversos a los métodos del entrenador. Varios de los argentinos presentes en la Copa Mundial de Alemania -Cambiasso, Rodríguez, Juan Román Riquelme y Javier Saviola, entre ellos- alcanzaron el éxito mundial bajo el mando de Pekerman, cuando éste ganó un trío de Campeonatos Mundiales Juveniles de la FIFA al frente de la selección sudamericana sub-20.
Argentina, entonces, trasladó el balón hacia los lados y hacia atrás, inyectando algún que otro pase hacia delante apenas perceptible, durante unos 30 segundos después de que el delantero serbio Kezman fuera cazado por Rodríguez. Un pase de barrido a la banda izquierda para el capitán Juan Pablo Sorín aumentó momentáneamente la expectación por una posible aceleración del ritmo. Sin embargo, Sorín, acostumbrado al valor de la posesión, optó por no arriesgar el balón y devolvió el juego al campo.
Cuatro pases más tarde, Sorín volvió a la carga, en esta ocasión eligiendo a Saviola por delante de él. Con las piernas serbias debilitadas, Sorin corrió hacia adelante, dejando espacio para que Saviola se lanzara hacia el interior. Saviola intercambió pases con Riquelme, adoptando inusualmente un papel de pasajero, pero desempeñando su papel con el estilo que le caracteriza.
