"De chico, cuenta él, tenía dos ídolos: su padre, Andrew Kolbe, un centro o fullback de buen tamaño, y Christian Cullen, fullback legendario de los All Blacks, de características similares a las de Cheslin. "En primer lugar siempre miraba jugar a mi papá, un fin de semana tras otro. Era un jugador físico; yo no heredé esa parte", narra. Si un curioso se lo cruzara por los pasillos del hotel Emperador, donde transcurre la charla para LA NACIÓN, difícilmente lo identificaría como springbok, y menos sin su casquito característico. "También seguía a Christian Cullen", continúa. "Es alguien a quien siempre admiré desde que juego al rugby. No es un jugador grande, y podía crear cosas de la nada gracias a su velocidad y su habilidad. Era chico, pero fuerte. Desde el momento en que lo vi dije «este es bueno»", agrega.