“Al final, a ellos les pasa como a cualquier otra familia. Tienen que alejarse de sus amigos, cambiar a los niños de colegio. Problemas que, a veces, no son fáciles de solucionar por mucho dinero con el que cuenten”, aseguran desde el entorno del argentino.
Messi canta canciones infantiles en catalán junto a sus hijos y llevaba una vida tranquila y metódica en Castelldefels. “El colegio está cerquita de casa. Cuando empieza el cole y las rutinas, somos muy de manejar los tiempos de los nenes y depender de ellos. La vida nuestra pasa por Castelldefels”, solía explicar. El argentino, de hecho, todavía no tiene decidido cómo ordenará su nueva etapa familiar. Una opción que contempla es hacer como su amigo Neymar —compró una casa en el Tibidabo para que la utilice su hijo y la madre— y que su familia permanezca en la capital catalana.
Messi llegó al Barça con 13 años y se marcha con 34. “Creo que contamos con los dedos de una mano las veces que vimos a Leo hundido”, cuenta un histórico empleado del club. Sufrió una fractura en el peroné en su segundo partido en el infantil B y repitió problemas musculares en sus primeros años en el Camp Nou (se perdió 50 partidos por cinco lesiones entre 2004 y 2007). “Lo único que deseo es estar sano”, le comentó a un amigo en la Navidad de 2007.
Leo Messi meditó dejar el club en 2014, también en 2016 después de sentirse perseguido por Hacienda —en 2017 fue condenado por defraudar 4,1 millones de euros—. Se frustraba en cada eliminación de Champions, pero nunca se enfadó tanto como después de caer por goleada frente al Bayern Múnich en 2020 (2-8). Entonces, fue el día que dijo basta y le pidió a Josep Maria Bartomeu dejar el Camp Nou.
El mejor jugador de la historia del club —el futbolista con más goles (672), partidos (778) y títulos (35)— no ha sido capaz de elegir su destino. No pudo dejar el Barça en 2020, ni tampoco quedarse en 2021.
Y se va de Barcelona como llegó: desgarrado.
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Republicación de El País