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Natalia Correa: de la Fuerza Área al rugby


Amor por el rugby, amor por vestir el escudo de su país. Crédito: nataliacorreacornejo en Instagram

Representar la bandera bicolor ha marcado su ruta de vida. Vestir los colores de su país la han llevado a proteger a su nación y a la vez a figurar con orgullo en el mundo de la ovalada. Esta es la historia de la capitana de Las Tumis, el capítulo de Natalia Correa y su trasegar de la Fuerza Área Peruana (FAP) a las huestes del rugby. El amor por su patria nació en casa. Siguió los pasos de su padre y de ahí su motivación para llegar al nombramiento como Suboficial en la FAP.

Durante el proceso de formación conoció de primera la identidad de un tackle y la emoción de un try. Una compañera de trabajo la enlazó con un scouting que buscaba las nuevas generaciones del rugby y Natalia encajó en el desarrollo del proyecto. A los 26 años empezó a practicar el deporte que la ha llevado al límite, el que la inspira a sonreír dentro y fuera del terreno de juego; el que relata con orgullo frente a los micrófonos. 'Amo el rugby, me encanta mucho porque lo veo como una familia', comentó en exclusiva la capitana de la selección peruana a La 10Co.


El debut



Siempre da el 150% dentro del terreno de juego. Crédito: nataliacorreacornejo en Instagram

La primera vez que portó a nivel internacional la camiseta de Las Tumis fue en un sudamericano que disputó en Uruguay en 2016. El duelo fue ante Argentina, un partido que la marcó por los nervios del puntapié inicial y lo lindo que fue vivir el rugby a nivel continental.

El paso de la Fuerza Área al rugby fue una transición de retos, felicidad y honor para Natalia Correa.

Tras cimentar la primera piedra en la historia de la ovalada de su país, Natalia Correa se ha encaminado como una de las referentes por el liderazgo y la versatilidad que tiene para ubicarse dentro del terreno de juego. Sus habilidades le permiten jugar de forward o win, o donde la requiera el equipo. A futuro proyecta a su selección nacional entre las 4 primeras de la región. Con 31 años el objetivo está sobre la mesa, el objetivo inspirado por Portia Woodman, la jugadora neozelandesa que ha marcado ejemplo por el amor que irradia por el rugby cada vez que salta al terreno de juego.

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